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Marmoladas
Blog de deterracota
27 de Febrero, 2010 · General

Sin razón


 

 

Observa la tormenta

Que no le deja inspiraciones.

Deseos de su cama,

Exigencias de la métrica:

 

Le invade una pelea

Que ya tiene muchos años.

Y busca un nuevo verso

Que le mate por la espalda.

 

Ese hombre trató de mesurar a sus pasiones;

Molestias que no debieran existir le acongojaron.

Encuentra el verso si se otorga unos momentos

Para observar el torbellino que se encrespa.

 

Una escalera formaron sus pasiones.

Rara inspección hizo que pisara fuertemente

Sobre cada una de ellas,

Para subir hasta la cumbre.

 

Haraposos versos culminaron el soneto

Con una rima nacida en el arroyo:

Avergonzadas oraciones

Le armaron la escalera.

Y acabó viendo una Tormenta.

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publicado por deterracota a las 18:01 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
26 de Febrero, 2010 · General

Annapurna

 

 

 

Para verte de nuevo subiré hasta el Annapurna

Allí en lo alto reclamaré tu nombre con un grito;

Sostendré como a una hoja esos mechones color trigo

Jalándote del Paraíso otra vez a tierra firme.

 

 

Tal vez Dios se olvidase por completo

Sellar tu cuna novel con un candado fijo;

Así mis manos ciegas urgarían por las nubes

Buscando alguna cinta descuidada

Que aún fuera prisionera

De la impiadosa gravedad que te insistía

Volver volando hacia tu casa.

 

 

Para verte de nuevo subiré hasta el Annapurna

Clavaré primero una bandera para honrarte

Y así  quedará en paz la Muralla con tu arte

Para que no codiecie un alma más el Funebrero.

 

 

Para hacerte de coraje escribisteis poemas a la muerte

¡Ah, mi noble! Ojalá esas manos le hubieran dedicado

Epopeyas a las mares inocentes

En vez de ese canoso asesino gigantezco

Que sepultó tus últimos suspiros

Bajo tierras de esquiadores.

 

 

Para verte de nuevo subiré hasta el Annapurna

Estiraré mis brazos en la atmósfera diurna.

Y si la puntita de mis dedos te tocase:

Pues con una frágil uña...

Yo el mundo engancharía a tus mochilas,

Para que el peso de esta tierra te jalase

Otra vez a tierra firme.

 

 

Para verte de nuevo subiré hasta el Annapurna

Y si aquella Cima escuchara mi lamento

Oxigenaré una vez más tu yerto cuerpo

Si el Cielo te trajese con ello a tierra firme.

 

¡Ah, valiente! Que tu mirada azul hiriente

Baje ya de ese etéreo escondite a tierra firme

Besando aquellas nubes añoradas.

 

A cambio de los tuyos

Le ofreceré mis organismos

A ese impiadoso Cirujano,

Que profesó cobardemente

Su improbatoria malapraxis

Con tus flameantes osamentas.

 

Para verte de nuevo subiré hasta el Annapurna

Hasta dar con una roca escarvaré la nieve dura

Y encima de su mole grabaré este verso insigne

Si con ello te trajese

 

 Otra vez a tierra firme.

 

 

 

Degüello, 11 de septiembre de 2009

A la memoria de Iñaki Ochoa de Olza

 

 

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20 de Febrero, 2010 · General

Destiempos


 

 


Desde aquí comienzo a recordar

(con un poco de gracia)
Mis últimos asesinatos perpetrados.
Mientras no encuentro

ningún pensamiento verdadero.


Mas puedo yo decir,

(si quisiéramos a la verdad acercarnos por un rato),

que esta vida no es ni por un asomo chiquitito

lo que habíamos pensado

al cumplir 14 ó 15 aniversarios.

Podría yo decir, como un ejemplo de verdades,
Que temo en grande a los cometas sorpresivos.
Pues me dejarían sin oportunidad de redimirme
Ante todas las injusticias que perpetro.

A veces pienso yo a qué cosas
más pronto llanto podría dedicarles,
si del cielo viniera un repentino cometa
y nos arrebatara lo poquito que nos queda

de destino por delante de nosotros.
Por empezar recordaría en un instante
todas las cosas malas que yo hice.

Hasta cierto punto me reprocharía
(con lo poco que me queda de consciencia)
porqué mi orgullo ha tratado de humillar
algún día a los amores que yo tuve…

 

A mi padre perdón le pediría

por haberme hecho de calle.
Y el industrial terminaría

si pudiera despertarme en un agosto

de hace doce o trece años

(Muy bien no lo recuerdo).

Si un cometa asesino

viniera desde el cielo a liberarnos
Yo me quedaría sin haber estrenado

aquél pantaloncito
que mi madre quería que me ponga.
Pero de  seguro a ella tanto perdón

yo no le pediría.
Pues sé que al fin me entiende todo.

Si un cometa viniera desde el otro lado

del larguísimo éter
para llevarse a los justos

y a los que a mí me hicieron daño:
Yo no sé muy bien de qué lado quedaría
Cuando el Alcalde nos leyera

todas las sentencias.
Pues muchas veces he mentido,

he sido perezoso...
Y he punzado el corazón de de mis queridos.

Si un Cometa sorpresivo

viniera desde el cielo a liberarnos,
del cálido verano, del sufrido invierno...
En un segundo yo me acordaría

de todas las cosas que no hice.
Yo me quedaría sin haber besado

los labios que mas quiero.

Pero hoy se avalanchan todas juntas
las verdades que he callado en otro tiempo
(de mi vientre hasta la gran muralla
que mis labios han formado).
Y finalmente mi boca es una cárcel obediente

que asila las palabras que en otro momento

mis decencias reprimieron.

Para las palabras que hemos reprimido

Prisión oscura y húmeda
Es la boca que he cerrado en otro tiempo;
Por celebrar para la nada

El hipócrita ritual de la decencia.

Y en una habitación que se decora

Con los dorados reflejos moribundos,

De la regada luz artificial que va cayendo

De una momificada araña de bronce

Amarilla y con bordados de colores,

Se olvidan los recientes juramentos
Que hicimos ante el mismo Dios,
Por temer que un inesperado cometa se nos lleve

El corto destino que nos queda por delante.

 

 

 

 

http://selegnaria.fullblog.com.ar/suo-tempore-la-linea-de-la-mano.html

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publicado por deterracota a las 13:18 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
18 de Febrero, 2010 · General

Suo tempore: La línea de la mano


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy me desperté entre los recuerdos

que todavía no han sido destronados

del planeta en donde vivo.

Y pienso en todos los poemas

que todavía no le he dedicado.

 

Y sedicioso de aventuras

yo no paro de mirar hacia la calle

que me está invitando

osadamente hasta la vida

-Así: cierta y peligrosa-,

y me separa de ella

el cristal de mi ventana.

 

Podrán decir de mí que soy un tonto.

Pero aún sobrevive un nostálgico

vestigio de esperanzas

-que también de paso sea dicho:

me están aniquilando-,

de asomar apenas mi nariz por la ventana

y feliz de mí verte allí esperando para hablarme.

 

Y perdónenme si les parezco ser un tonto,

pero es que todavía creo tercamente

que al enamorado le suceden cosas increíbles.

 

Mi vida en verdad ha sido un poco dura

desde que a pesar de mí

vuelvo a vestirte por las noches.

Y me pierdo tontamente en acertijos

que rayan los cielos de mi mundo,

escritos con todas las palabras

que evitaron pronunciarte.

 

Una vieja idea está tocando

a la puerta de mi mundo

(como si fuera el que regresa

al hogar después de mucho tiempo),

arrepentido y escuchando únicamente

el mismo golpeteo del zapato en las aceras,

marcando el solitario y lento paso de las horas,

después de haber perdido en inútiles apuestas

y en unas pocas manos que siempre se recuerdan,

todo la suerte inexplicable

con la que venimos al planeta.

 

 

 

Y pienso de repente en la trama

de viejas y fantásticas lecturas:

¿No serán todas las fábulas

de los gnomos y los elfos

una inexplicable tempestad

de ideas que se calma

en el amanecer de la escritura?

 

Yo quería escribir como los dioses.

Yo quería...

Que los corazones que más quiero

leyeran mi poema.

Y encontraran en la estrofa

que encabeza su estructura

un verso principal que

a los hombre y mujeres atrapara

con su primer vocal capital…

O consonante.

 

¡Ah, Dios!... Mi niño está muriendo.

Mi corazón fue en el pasado

un cálido planeta.

Y tenía las puertas más enormes

que jamás hubiera visto.

 

En él vivía toda mi familia,

pues las puertas de mi mundo

siempre estaban de par en par abiertas.

Y si algún desconocido venía a visitarme

le apartaba para él un completo continente,

-Europa, por ejemplo-,

y yo se lo confiaba

para que no se sienta incómodo,

todo el tiempo que durara su visita.

 

Así desatendía todos mis quehaceres

para que mi huésped no se sienta en soledades.

Entonces preparaba

un gigantesco juego de rayuela,

e íbamos saltando desde España

hacia el imaginario cielo

que se acaba en los Urales…

Y así por todo el entero continente.

 

Yo hacía todo esto

para que mi huésped no se sienta en soledades.

En ese mundo yo vivía con los míos…

Y Había espacio para todo el que quisiera.

 

Recuerdo que en mi mundo

yo siempre estaba preparando

las mejores tierras…

Por si algún día arribaba mi princesa.

Y entonces ella pueda construir allí su reino.

¡Ay… Si vieran cómo estoy perdiendo el tiempo!

Pues en soberbios rituales cotidianos

yo malgasto horas y horas

En vez de estar alfombrando

el suelo imaginario que ella pisa.

 

Ahora que mi mundo es un planeta

que se ha helado de a poquito,

yo derrito un poco el hielo con lágrimas amargas.

Así también fueron cambiando

las aguas de los mares de mi mundo…

Cuando todavía me paraba en tierra firme.

 

Hace mucho tiempo mi corazón era un refugio

Para todo el que quisiera recordar que en esta vida

Aún queda lugar para la magia.

Ahora que mi corazón es un planeta

que se ha enfriado poco a poco,

la idea del invierno me ha enseñado

a defender mis territorios

de los terribles fantasmas que me invento.

 

Hoy es un día en que el sol está nublado.

Y me recuerdan mis palabras

a mis primeros cuadernos del colegio:

Me voy así hasta mis primeros cumpleaños,

y veo los regalos que me hacían mis amigos:

 

Recuerdo cómo les quitaba

los fraternos envoltorios:

Muy despacio... Y con miedo a que se rompan.

Desplegaba con marcial esmero

las equinas del paquete;

así de paso en próximas cajitas de zapatos,

en amistosas fechas donde celebraban

los aniversarios mis seres más queridos,

yo pícaramente repetía el envoltorio,

cuando todos se habían olvidado por completo

de la fiesta en que lo había recibido.

 

 

 

 

A veces mis agasajados pensarían:

¡Con qué dedicación armó este niño mi regalo!

Y en verdad no me sentía un miserable.

Pues cuando en mi mundo todavía

yo festejaba reuniones

dos o tres vísperas antes del día ya fijado,

era ley que nos regía a todos los vivientes

(soberanos, pueblos y vasallos),

considerar el contenido del paquete,

la intensión con que se había hecho el regalo…

Antes que fijarnos

en cuánto nos habría costado la envoltura.

 

También era un alivio…

pues no tenía que visitar ninguna tienda,

ni pensar de qué color podría

más gustarle a mis queridos,

el envoltorio de una antigua pluma fuente…

Que yo quería regalarles hace mucho.

 

Según el tamaño del paquete que me daban

yo ya me estaba imaginando

qué podría haber sido ese regalo…

Y también según quién me lo diese;

yo ya especulaba con mis siete u ocho años,

cuánto podría terminar gustándome el obsequio.

Si venía, por ejemplo, del lado de mis padres

yo sabía que era algo que hace mucho les pedía.

 

Ahora que mi corazón es un planeta

que se ha enfriado poco a poco,

y en sus océanos navegan

sínicos témpanos helados,

ya han dejado de importarme demasiado

el papel del que se envuelven

finamente los obsequios.

 

Lo malo es que ahora ni me fijo

si arrugo o no arrugo

el envoltorio para abrirlo,

ni tampoco de quien viene:

Pues ahora que mi mundo es un planeta

que se ha ido helando poco a poco

me da igual si es o no mi cumpleaños

con tal de recibir un agasajo.

(Y de paso saber que aún le importo a alguien).

 

 

 

Cuando mi mundo aún era templado,

yo recuerdo con gran pena,

que guardaba en una caja de zapatos

pequeños amuletos que me harían recordar

felicidades o tristezas.

 

Allí guardaba insignias, emblemas y semblantes.

Por ejemplo, diminutas banderitas

que había rescatado del incendio

en cada país que alguna vez he conquistado.

 

Y por supuesto: Las cartas

de mis reinas más queridas.

 

Juguetes yo guardaba de recuerdo,

por si alguna vez otro comarca

me pedía testimonio

de los años más felices de mi historia.

 

También me he refugiado muchas tardes

dentro de mis cajas de zapatos:

Eso lo hice si invasores de otros mundos

que venían por mis tierras,

me dejaban fatigado

después de la batalla.

 

Mi mundo se ha ido helando más y más

cada vez que el opresor invierno

vencía con sus nieves poderosas

las fuerzas de todos mis ejércitos.

 

Y así después de muchos años,

aunque yo siempre me había

imaginado lo contrario,

se acabaron todas las raciones.

 

Y otras tropas acamparon

en la noche de mi mundo.

(Sabrá Dios su procedencia).

 

Los ejércitos inciertos

aceptaron servir a mis propósitos.

Pero igual yo mucho no confiaba:

Le temía a las revueltas o motines;

pues a cambio de su espada

Siempre estaban exigiendo que les diera

lujosos aposentos…

Y títulos que aún no merecían.

 

Yo recuerdo que cuando mi corazón

era una tierra de templadas tardes,

yo no escribía nada que no fuera perfecto.

Y pensaba mucho cada verso de mi estrofa.

 

Mientras mi corazón aún era cálido

pensé mucho antes de hablar o dar consejos…

pues detestaba a las palabras que sobraban.

 

Mas ahora que mi corazón ya es un planeta

que se ha enfriado de a poquito,

francamente no me importa mucho

rellenar mis poesías con palabras

que no rimen demasiado.

 

Cuando mi corazón aún era un mundo

que no se había enfriado

a mí no me importaba demasiado

lo que había sido cierto.

Y mis deseos se fundaban

en los sueños que aún eran posibles.

 

Hace un tiempo mi corazón también ardía

como un crepúsculo de lava

que al paso devoraba con paciencia,

los campos de maíz desprevenido.

Hoy hasta me avergüenza recordar

las fantasías que tenía por las noches.

 

En un tiempo yo ordenaba con prolijo esmero

a todos los países de mi mundo,

y a sus pueblos yo cebaba con bondades,

para que así nunca hubiera guerras

por el hambre ni por terrenos.

 

Y yo me quedaba despierto hasta muy tarde

(Se los juro)

regalándole caviar a los niños desnutridos;

y les daba consuelo a los ancianos de mi mundo...

Ya que habían malgastado de a poquito, uno por uno,

los días de la adolescencia incautivable.

 

Hectáreas de esperanzas repartía

para que después de la cosecha los obreros

fabricasen sobre el campo su morada.

Y así si en mi planeta alguna vez había guerra,

yo con diplomacia la acababa sin demora.

Claro que en ese tiempo yo más me dedicaba

a pensar cómo se deben acabar las discusiones

que defienden los extremos...

Descuidando lo importante.

 

Ahora me permito

que la gente que visita mi castillo

pase hambre, pase frío...

Y le soy indiferente a la discordia.

 

El globo terráqueo que acunaba

a los cinco continentes de mi mundo

poco a poco se ha ido helando.

Y hoy sus puertas

(que antes invitaban hacia adentro

a todo el que pisare en su felpudo)

se fueron entornando demasiado.

Pero hace 20 años

Mi mundo aún era cálido.

 

Ahora únicamente

Transmite templanza mi escritura.

 

De vez en vez, cuando postergo mis deberes,

Y asomo apenas mi nariz por la ventana...

¡Allí están todavía los cinco continentes!

Con todos sus países…

Y todas sus ciudades capitales.

 

Y esta noche me quedaré

despierto hasta muy tarde

(Te prometo),

Imaginando que toda Salamanca está desierta...

Y un castillo alzaré hasta las estrellas

Y en tributo de tu nombre

Para que sea tu aposento...

Y nunca más quieras marcharte

de mi mundo abandonado.

 

Pero sé que las poderosas nieves

del invierno repentino

volverán urgentes a mis tierras…

 

Y helarán mis continentes.

 

 


 

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publicado por deterracota a las 17:39 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
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Nicolás López Dallara



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