Desde aquí comienzo a recordar
(con un poco de gracia)
Mis últimos asesinatos perpetrados.
Mientras no encuentro
ningún pensamiento verdadero.
Mas puedo yo decir,
(si quisiéramos a la verdad acercarnos por un rato),
que esta vida no es ni por un asomo chiquitito
lo que habíamos pensado
al cumplir 14 ó 15 aniversarios.
Podría yo decir, como un ejemplo de verdades,
Que temo en grande a los cometas sorpresivos.
Pues me dejarían sin oportunidad de redimirme
Ante todas las injusticias que perpetro.
A veces pienso yo a qué cosas
más pronto llanto podría dedicarles,
si del cielo viniera un repentino cometa
y nos arrebatara lo poquito que nos queda
de destino por delante de nosotros.
Por empezar recordaría en un instante
todas las cosas malas que yo hice.
Hasta cierto punto me reprocharía
(con lo poco que me queda de consciencia)
porqué mi orgullo ha tratado de humillar
algún día a los amores que yo tuve…
A mi padre perdón le pediría
por haberme hecho de calle.
Y el industrial terminaría
si pudiera despertarme en un agosto
de hace doce o trece años
(Muy bien no lo recuerdo).
Si un cometa asesino
viniera desde el cielo a liberarnos
Yo me quedaría sin haber estrenado
aquél pantaloncito
que mi madre quería que me ponga.
Pero de seguro a ella tanto perdón
yo no le pediría.
Pues sé que al fin me entiende todo.
Si un cometa viniera desde el otro lado
del larguísimo éter
para llevarse a los justos
y a los que a mí me hicieron daño:
Yo no sé muy bien de qué lado quedaría
Cuando el Alcalde nos leyera
todas las sentencias.
Pues muchas veces he mentido,
he sido perezoso...
Y he punzado el corazón de de mis queridos.
Si un Cometa sorpresivo
viniera desde el cielo a liberarnos,
del cálido verano, del sufrido invierno...
En un segundo yo me acordaría
de todas las cosas que no hice.
Yo me quedaría sin haber besado
los labios que mas quiero.
Pero hoy se avalanchan todas juntas
las verdades que he callado en otro tiempo
(de mi vientre hasta la gran muralla
que mis labios han formado).
Y finalmente mi boca es una cárcel obediente
que asila las palabras que en otro momento
mis decencias reprimieron.
Para las palabras que hemos reprimido
Prisión oscura y húmeda
Es la boca que he cerrado en otro tiempo;
Por celebrar para la nada
El hipócrita ritual de la decencia.
Y en una habitación que se decora
Con los dorados reflejos moribundos,
De la regada luz artificial que va cayendo
De una momificada araña de bronce
Amarilla y con bordados de colores,
Se olvidan los recientes juramentos
Que hicimos ante el mismo Dios,
Por temer que un inesperado cometa se nos lleve
El corto destino que nos queda por delante.
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