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Marmoladas
Blog de deterracota
18 de Febrero, 2010 · General

Suo tempore: La línea de la mano


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy me desperté entre los recuerdos

que todavía no han sido destronados

del planeta en donde vivo.

Y pienso en todos los poemas

que todavía no le he dedicado.

 

Y sedicioso de aventuras

yo no paro de mirar hacia la calle

que me está invitando

osadamente hasta la vida

-Así: cierta y peligrosa-,

y me separa de ella

el cristal de mi ventana.

 

Podrán decir de mí que soy un tonto.

Pero aún sobrevive un nostálgico

vestigio de esperanzas

-que también de paso sea dicho:

me están aniquilando-,

de asomar apenas mi nariz por la ventana

y feliz de mí verte allí esperando para hablarme.

 

Y perdónenme si les parezco ser un tonto,

pero es que todavía creo tercamente

que al enamorado le suceden cosas increíbles.

 

Mi vida en verdad ha sido un poco dura

desde que a pesar de mí

vuelvo a vestirte por las noches.

Y me pierdo tontamente en acertijos

que rayan los cielos de mi mundo,

escritos con todas las palabras

que evitaron pronunciarte.

 

Una vieja idea está tocando

a la puerta de mi mundo

(como si fuera el que regresa

al hogar después de mucho tiempo),

arrepentido y escuchando únicamente

el mismo golpeteo del zapato en las aceras,

marcando el solitario y lento paso de las horas,

después de haber perdido en inútiles apuestas

y en unas pocas manos que siempre se recuerdan,

todo la suerte inexplicable

con la que venimos al planeta.

 

 

 

Y pienso de repente en la trama

de viejas y fantásticas lecturas:

¿No serán todas las fábulas

de los gnomos y los elfos

una inexplicable tempestad

de ideas que se calma

en el amanecer de la escritura?

 

Yo quería escribir como los dioses.

Yo quería...

Que los corazones que más quiero

leyeran mi poema.

Y encontraran en la estrofa

que encabeza su estructura

un verso principal que

a los hombre y mujeres atrapara

con su primer vocal capital…

O consonante.

 

¡Ah, Dios!... Mi niño está muriendo.

Mi corazón fue en el pasado

un cálido planeta.

Y tenía las puertas más enormes

que jamás hubiera visto.

 

En él vivía toda mi familia,

pues las puertas de mi mundo

siempre estaban de par en par abiertas.

Y si algún desconocido venía a visitarme

le apartaba para él un completo continente,

-Europa, por ejemplo-,

y yo se lo confiaba

para que no se sienta incómodo,

todo el tiempo que durara su visita.

 

Así desatendía todos mis quehaceres

para que mi huésped no se sienta en soledades.

Entonces preparaba

un gigantesco juego de rayuela,

e íbamos saltando desde España

hacia el imaginario cielo

que se acaba en los Urales…

Y así por todo el entero continente.

 

Yo hacía todo esto

para que mi huésped no se sienta en soledades.

En ese mundo yo vivía con los míos…

Y Había espacio para todo el que quisiera.

 

Recuerdo que en mi mundo

yo siempre estaba preparando

las mejores tierras…

Por si algún día arribaba mi princesa.

Y entonces ella pueda construir allí su reino.

¡Ay… Si vieran cómo estoy perdiendo el tiempo!

Pues en soberbios rituales cotidianos

yo malgasto horas y horas

En vez de estar alfombrando

el suelo imaginario que ella pisa.

 

Ahora que mi mundo es un planeta

que se ha helado de a poquito,

yo derrito un poco el hielo con lágrimas amargas.

Así también fueron cambiando

las aguas de los mares de mi mundo…

Cuando todavía me paraba en tierra firme.

 

Hace mucho tiempo mi corazón era un refugio

Para todo el que quisiera recordar que en esta vida

Aún queda lugar para la magia.

Ahora que mi corazón es un planeta

que se ha enfriado poco a poco,

la idea del invierno me ha enseñado

a defender mis territorios

de los terribles fantasmas que me invento.

 

Hoy es un día en que el sol está nublado.

Y me recuerdan mis palabras

a mis primeros cuadernos del colegio:

Me voy así hasta mis primeros cumpleaños,

y veo los regalos que me hacían mis amigos:

 

Recuerdo cómo les quitaba

los fraternos envoltorios:

Muy despacio... Y con miedo a que se rompan.

Desplegaba con marcial esmero

las equinas del paquete;

así de paso en próximas cajitas de zapatos,

en amistosas fechas donde celebraban

los aniversarios mis seres más queridos,

yo pícaramente repetía el envoltorio,

cuando todos se habían olvidado por completo

de la fiesta en que lo había recibido.

 

 

 

 

A veces mis agasajados pensarían:

¡Con qué dedicación armó este niño mi regalo!

Y en verdad no me sentía un miserable.

Pues cuando en mi mundo todavía

yo festejaba reuniones

dos o tres vísperas antes del día ya fijado,

era ley que nos regía a todos los vivientes

(soberanos, pueblos y vasallos),

considerar el contenido del paquete,

la intensión con que se había hecho el regalo…

Antes que fijarnos

en cuánto nos habría costado la envoltura.

 

También era un alivio…

pues no tenía que visitar ninguna tienda,

ni pensar de qué color podría

más gustarle a mis queridos,

el envoltorio de una antigua pluma fuente…

Que yo quería regalarles hace mucho.

 

Según el tamaño del paquete que me daban

yo ya me estaba imaginando

qué podría haber sido ese regalo…

Y también según quién me lo diese;

yo ya especulaba con mis siete u ocho años,

cuánto podría terminar gustándome el obsequio.

Si venía, por ejemplo, del lado de mis padres

yo sabía que era algo que hace mucho les pedía.

 

Ahora que mi corazón es un planeta

que se ha enfriado poco a poco,

y en sus océanos navegan

sínicos témpanos helados,

ya han dejado de importarme demasiado

el papel del que se envuelven

finamente los obsequios.

 

Lo malo es que ahora ni me fijo

si arrugo o no arrugo

el envoltorio para abrirlo,

ni tampoco de quien viene:

Pues ahora que mi mundo es un planeta

que se ha ido helando poco a poco

me da igual si es o no mi cumpleaños

con tal de recibir un agasajo.

(Y de paso saber que aún le importo a alguien).

 

 

 

Cuando mi mundo aún era templado,

yo recuerdo con gran pena,

que guardaba en una caja de zapatos

pequeños amuletos que me harían recordar

felicidades o tristezas.

 

Allí guardaba insignias, emblemas y semblantes.

Por ejemplo, diminutas banderitas

que había rescatado del incendio

en cada país que alguna vez he conquistado.

 

Y por supuesto: Las cartas

de mis reinas más queridas.

 

Juguetes yo guardaba de recuerdo,

por si alguna vez otro comarca

me pedía testimonio

de los años más felices de mi historia.

 

También me he refugiado muchas tardes

dentro de mis cajas de zapatos:

Eso lo hice si invasores de otros mundos

que venían por mis tierras,

me dejaban fatigado

después de la batalla.

 

Mi mundo se ha ido helando más y más

cada vez que el opresor invierno

vencía con sus nieves poderosas

las fuerzas de todos mis ejércitos.

 

Y así después de muchos años,

aunque yo siempre me había

imaginado lo contrario,

se acabaron todas las raciones.

 

Y otras tropas acamparon

en la noche de mi mundo.

(Sabrá Dios su procedencia).

 

Los ejércitos inciertos

aceptaron servir a mis propósitos.

Pero igual yo mucho no confiaba:

Le temía a las revueltas o motines;

pues a cambio de su espada

Siempre estaban exigiendo que les diera

lujosos aposentos…

Y títulos que aún no merecían.

 

Yo recuerdo que cuando mi corazón

era una tierra de templadas tardes,

yo no escribía nada que no fuera perfecto.

Y pensaba mucho cada verso de mi estrofa.

 

Mientras mi corazón aún era cálido

pensé mucho antes de hablar o dar consejos…

pues detestaba a las palabras que sobraban.

 

Mas ahora que mi corazón ya es un planeta

que se ha enfriado de a poquito,

francamente no me importa mucho

rellenar mis poesías con palabras

que no rimen demasiado.

 

Cuando mi corazón aún era un mundo

que no se había enfriado

a mí no me importaba demasiado

lo que había sido cierto.

Y mis deseos se fundaban

en los sueños que aún eran posibles.

 

Hace un tiempo mi corazón también ardía

como un crepúsculo de lava

que al paso devoraba con paciencia,

los campos de maíz desprevenido.

Hoy hasta me avergüenza recordar

las fantasías que tenía por las noches.

 

En un tiempo yo ordenaba con prolijo esmero

a todos los países de mi mundo,

y a sus pueblos yo cebaba con bondades,

para que así nunca hubiera guerras

por el hambre ni por terrenos.

 

Y yo me quedaba despierto hasta muy tarde

(Se los juro)

regalándole caviar a los niños desnutridos;

y les daba consuelo a los ancianos de mi mundo...

Ya que habían malgastado de a poquito, uno por uno,

los días de la adolescencia incautivable.

 

Hectáreas de esperanzas repartía

para que después de la cosecha los obreros

fabricasen sobre el campo su morada.

Y así si en mi planeta alguna vez había guerra,

yo con diplomacia la acababa sin demora.

Claro que en ese tiempo yo más me dedicaba

a pensar cómo se deben acabar las discusiones

que defienden los extremos...

Descuidando lo importante.

 

Ahora me permito

que la gente que visita mi castillo

pase hambre, pase frío...

Y le soy indiferente a la discordia.

 

El globo terráqueo que acunaba

a los cinco continentes de mi mundo

poco a poco se ha ido helando.

Y hoy sus puertas

(que antes invitaban hacia adentro

a todo el que pisare en su felpudo)

se fueron entornando demasiado.

Pero hace 20 años

Mi mundo aún era cálido.

 

Ahora únicamente

Transmite templanza mi escritura.

 

De vez en vez, cuando postergo mis deberes,

Y asomo apenas mi nariz por la ventana...

¡Allí están todavía los cinco continentes!

Con todos sus países…

Y todas sus ciudades capitales.

 

Y esta noche me quedaré

despierto hasta muy tarde

(Te prometo),

Imaginando que toda Salamanca está desierta...

Y un castillo alzaré hasta las estrellas

Y en tributo de tu nombre

Para que sea tu aposento...

Y nunca más quieras marcharte

de mi mundo abandonado.

 

Pero sé que las poderosas nieves

del invierno repentino

volverán urgentes a mis tierras…

 

Y helarán mis continentes.

 

 


 

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publicado por deterracota a las 17:39 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
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Destiempos

    Desde aquí comienzo a recordar (con un poco de gracia)Mis últimos asesinatos perpetrados.Mientras no encuentro ningún pensamiento verdadero. Mas puedo yo decir, (si quisiéramos a la verdad acercarnos por un rato), que esta vida no es ni
referenciado por Marmoladas, el 03.03.2010 20:17
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